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miércoles, 31 de diciembre de 2008

Gracias, Silvia Salinas

“ Nos bailamos un tango, viejito.....? ”


Al bailar están dialogando, nunca imponiendo. Uno habla y después de escuchar el otro contesta. Atención, sólo después de escuchar. Porque en el tango, como en la vida, si no me tomo el trabajo de escuchar, voy a presuponer que sé lo que me van a decir, y nunca contestaré al otro. Sí, acaso, contestaré a mis suposiciones, pero nunca al otro. Así el diálogo real deja de existir y se convierte en un monólogo. El baile de tango, es una danza de pareja en la que cada uno improvisa de acuerdo al movimiento del otro.
Si no entienden qué es bailar tango, si no entienden su sentido, podrán hacer pasos, pero nunca van a bailar tango. El tango es una danza de pareja abrazada, con un abrazo que es contención, no estrujamiento. Abrazar es dar con los brazos abiertos y el que da con los brazos abiertos recibe con todo el cuerpo.
Así unidos, los dos integrantes se desplazan en el espacio, pero no es un espacio cualquiera. Es un espacio creado por los dos.
Es un verdadero diálogo corporal y amoroso, donde los dos manejan la autodeterminación y donde hay momentos de silencio, que forma parte del diálogo, que lo enriquece si quieren, pero nunca lo anula.
Aunque uno tome la iniciativa del primer movimiento, de acuerdo a cómo sea la respuesta, ya sea por velocidad, amplitud o dirección, es el siguiente movimiento. Por eso hay que aprender a vivir el error como posibilidad de enriquecimiento.
Si no le doy el espacio, él se lo va a tomar... mi pareja está allí para mostrarme cómo soy.
Si esto no hubiese sido así, el tango no existiría. No deben enojarse ante un fallo, busquen el contacto con el otro e intenten crear juntos.
Finalmente el tango es una forma de autoconocimiento, porque así como en nuestra relación, ya sea como amigo, amante, padre, conozco mi calidad de tal a partir del otro, en el tango puedo ser un protector o un protegido, un dominado o un dominador, puedo ser infinitamente tierno, violento o tal vez la mezcla de todo eso, y mi pareja está allí para mostrármelo.
Esto que planteo no es fácil, pero sólo cuando lo entiendan podrán bailar y además, de una manera distinta cada día: a veces con violencia, otras con ternura, otras en verdadero éxtasis, pero seguro no interrumpirán la danza.
El encuentro es diálogo, no improvisación, el diálogo es escuchar al otro, no suponer, el abrazo es dar espacio, no atrapar.
El tango es dialogar, dialogar, dialogar.

Fragmento del Libro: “Amarse con los ojos abiertos”

Silvia Salinas y Jorge Bucay

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